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LOS JUGUETES: LA HERRAMIENTA PREFERIDA POR LOS NIÑOS PARA APRENDER

Por Miguel Melo, magíster en diseño e ingeniería.

Cuando los niños exploran con objetos están construyendo aprendizajes significativos, y más allá de juguetes complejos necesitan la posibilidad de crear a partir de una esfera, una caja, una tapa que encaja. Conoce cómo han evolucionado los objetos para acompañar el desarrollo de habilidades en los niños.

«El objetivo principal de la educación en las escuelas
debe ser la creación de hombres y mujeres que son capaces
de hacer cosas nuevas, no simplemente repitiendo lo que
otras generaciones han hecho; hombres y mujeres
que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden
ser críticos y verificar, y no aceptar, todo lo que se les ofrece.»

“The principal goal of education in the
schools should be creating men and women
who are capable of doing new things, not
simply repeating what other generations
have done; men and women who are
creative, inventive and discoverers, who
can be critical and verify, and not accept,
everything they are offered.”

-Jean Piaget

Es fácil identificar cómo los humanos y otros mamíferos utilizamos el juego como una de las primeras estrategias para conocer el mundo y aprender a relacionarnos con lo que nos rodea. Cuando jugamos, generalmente lo hacemos en un entorno seguro, en el cuál podemos explorar libremente diferentes opciones y maneras para superar algún reto, estamos tranquilos y lo más importante, lo disfrutamos mucho, lo que le permite a nuestro cerebro reafirmar los aprendizajes que hemos adquirido para superar dichos retos.

Gracias al pensamiento divergente de los niños, debido al potencial que tiene su cerebro en desarrollo (plasticidad neuronal), el juego permite buscar fácilmente diferentes soluciones a un mismo problema. Para un niño todo es una oportunidad; la posibilidad de ver cada cosa como algo nuevo les permite generar conexiones neuronales, si estos aprendizajes están acompañados de emociones intensas y placenteras entonces hay una mayor probabilidad de que estas conexiones neuronales se refuercen y permanezcan. Podríamos decir que vivir es un proceso de aprendizaje constante en el que vamos descubriendo la manera de relacionarnos con el entorno que habitamos y superar los retos que la vida nos va mostrando, empezando siempre desde nuestro propio cuerpo, pasando por nuestros sentidos, los sentimientos y el lenguaje, y en edades más avanzadas, cuando en nuestro cerebro se termina de desarrollar la corteza prefrontal, entendiendo y construyendo conceptos abstractos como las matemáticas, la lógica y las relaciones sociales.

Todos nacemos con un deseo innato de conocer el mundo que nos rodea y experimentarlo con nuestros propios sentidos, Los humanos nos caracterizamos por nuestra gran habilidad para construir herramientas, y esta capacidad se ve reflejada muy claramente en los niños, quienes además de escoger el juego como su estrategia preferida para aprender cosas nuevas, inventan sus propios juguetes y representan carros, barcos o naves espaciales, sábanas, mesas y sillas para crear mundos fantásticos…
Loris Malaguzzi, fundador de las escuelas comunales en Reggio Emilia que ahora conocemos, fundamentadas en la filosofía educativa Reggio Children, defiende una idea muy valiosa: “El espacio como tercer maestro”. Él propone, que los espacios en los cuales los niños pueden explorar libremente, teniendo diferentes objetos y juguetes a su alcance, no sólo les ayuda a desarrollar su autonomía y su autoconfianza, si no que permite generar aprendizajes grupales que les permiten relacionarse cada vez mejor con otros niños, adultos y con los objetos.
En Reggio, así como en otras filosofías educativas socio constructivistas como las propuestas de María Montessori, y Rudolf Steiner (en la pedagogía Waldorf), prefieren utilizar “juguetes abiertos”. Estos son objetos que los niños pueden resignificar y recontextualizar fácilmente. Los bloques de construcción de madera, fichas para armar como el lego, los elementos naturales como ramas, piedras y hojas, las pelotas son ejemplos claros de ésto. Para los niños, estos elementos cotidianos que podrían no tener una función clara y específica, combinados con su imaginación, pueden convertirse en infinitas posibilidades, de acuerdo a sus intereses, y representar, lo que por medio del juego, estén investigando y explorando.
En casa podemos optimizar el desarrollo neuronal de los niños no sólo permitiéndoles jugar, si no también involucrándonos en sus juegos. Es importante que podamos despertar a nuestro niño interior y que volvamos a divertirnos jugando con ellos. Podemos también crear espacios y ambientes que propicien la exploración y el juego libre en donde dispongamos juguetes (y objetos que puedan convertirse en juguetes) a su alcance. Para los niños todo es una oportunidad de juego y por lo tanto de aprendizaje, así que es importante romper con algunos paradigmas como: “con la comida no se juega”, generar momentos divertidos alrededor de la alimentación, la limpieza y el orden pueden ayudarnos a generar buenas relaciones y hábitos con estos temas.
Si lo miramos de alguna manera, los adultos cuando crecemos no dejamos de jugar, simplemente cambiamos y complejizamos los juguetes, que, en la mayoría de casos, nombramos como instrumentos de trabajo. Con esta mirada, podríamos decir que trabajar, relacionarnos con otros, y en general vivir, es un juego constante en el cual vamos descubriendo, transformando y adaptando las reglas para poder vivir en sociedad, de manera pacífica, tranquila y divertida.

Es fácil identificar cómo los humanos y otros mamíferos utilizamos el juego como una de las primeras estrategias para conocer el mundo y aprender a relacionarnos con lo que nos rodea. Cuando jugamos, generalmente lo hacemos en un entorno seguro, en el cuál podemos explorar libremente diferentes opciones y maneras para superar algún reto, estamos tranquilos y lo más importante, lo disfrutamos mucho, lo que le permite a nuestro cerebro reafirmar los aprendizajes que hemos adquirido para superar dichos retos.

Gracias al pensamiento divergente de los niños, debido al potencial que tiene su cerebro en desarrollo (plasticidad neuronal), el juego permite buscar fácilmente diferentes soluciones a un mismo problema. Para un niño todo es una oportunidad; la posibilidad de ver cada cosa como algo nuevo les permite generar conexiones neuronales, si estos aprendizajes están acompañados de emociones intensas y placenteras entonces hay una mayor probabilidad de que estas conexiones neuronales se refuercen y permanezcan. Podríamos decir que vivir es un proceso de aprendizaje constante en el que vamos descubriendo la manera de relacionarnos con el entorno que habitamos y superar los retos que la vida nos va mostrando, empezando siempre desde nuestro propio cuerpo, pasando por nuestros sentidos, los sentimientos y el lenguaje, y en edades más avanzadas, cuando en nuestro cerebro se termina de desarrollar la corteza prefrontal, entendiendo y construyendo conceptos abstractos como las matemáticas, la lógica y las relaciones sociales.

Todos nacemos con un deseo innato de conocer el mundo que nos rodea y experimentarlo con nuestros propios sentidos, Los humanos nos caracterizamos por nuestra gran habilidad para construir herramientas, y esta capacidad se ve reflejada muy claramente en los niños, quienes además de escoger el juego como su estrategia preferida para aprender cosas nuevas, inventan sus propios juguetes y representan carros, barcos o naves espaciales, sábanas, mesas y sillas para crear mundos fantásticos…
Loris Malaguzzi, fundador de las escuelas comunales en Reggio Emilia que ahora conocemos, fundamentadas en la filosofía educativa Reggio Children, defiende una idea muy valiosa: “El espacio como tercer maestro”. Él propone, que los espacios en los cuales los niños pueden explorar libremente, teniendo diferentes objetos y juguetes a su alcance, no sólo les ayuda a desarrollar su autonomía y su autoconfianza, si no que permite generar aprendizajes grupales que les permiten relacionarse cada vez mejor con otros niños, adultos y con los objetos.
En Reggio, así como en otras filosofías educativas socio constructivistas como las propuestas de María Montessori, y Rudolf Steiner (en la pedagogía Waldorf), prefieren utilizar “juguetes abiertos”. Estos son objetos que los niños pueden resignificar y recontextualizar fácilmente. Los bloques de construcción de madera, fichas para armar como el lego, los elementos naturales como ramas, piedras y hojas, las pelotas son ejemplos claros de ésto. Para los niños, estos elementos cotidianos que podrían no tener una función clara y específica, combinados con su imaginación, pueden convertirse en infinitas posibilidades, de acuerdo a sus intereses, y representar, lo que por medio del juego, estén investigando y explorando.
En casa podemos optimizar el desarrollo neuronal de los niños no sólo permitiéndoles jugar, si no también involucrándonos en sus juegos. Es importante que podamos despertar a nuestro niño interior y que volvamos a divertirnos jugando con ellos. Podemos también crear espacios y ambientes que propicien la exploración y el juego libre en donde dispongamos juguetes (y objetos que puedan convertirse en juguetes) a su alcance. Para los niños todo es una oportunidad de juego y por lo tanto de aprendizaje, así que es importante romper con algunos paradigmas como: “con la comida no se juega”, generar momentos divertidos alrededor de la alimentación, la limpieza y el orden pueden ayudarnos a generar buenas relaciones y hábitos con estos temas.
Si lo miramos de alguna manera, los adultos cuando crecemos no dejamos de jugar, simplemente cambiamos y complejizamos los juguetes, que, en la mayoría de casos, nombramos como instrumentos de trabajo. Con esta mirada, podríamos decir que trabajar, relacionarnos con otros, y en general vivir, es un juego constante en el cual vamos descubriendo, transformando y adaptando las reglas para poder vivir en sociedad, de manera pacífica, tranquila y divertida.